Páginas especiales

jueves, 26 de febrero de 2015

(enlatado) Lo que dijo el Ciego de las Aleluyas

No te extrañe si te digo
que lo veo todo negro:
delante de tus narices
te roban, y ríes luego.

miércoles, 25 de febrero de 2015

(enlatado) Lo que dijo el Vate...

Si yo fuera poeta
me haría diputado o periodista
pues el mejor esteta
solo pasa revista
al rico que le paga, o su cronista.

martes, 24 de febrero de 2015

(enlatado) Palabras del Cacique

Hay veces que miro las cabezas reducidas
de mis enemigos
y me extraña no ver, entre ellas,
la mía.

lunes, 23 de febrero de 2015

Falta de empatía

No amo, porque amar hace daño:
pero ¡cuánto me daño dejando de amar!
No amo, porque amor es engaño:
pero ¡cuánto me engaño queriendo no amar!
Odio al hombre, a la masa, al rebaño,
¡También soy rebaño yo mismo al odiar!
Despreciaba el mundo como un ermitaño:
ahora soy otro huraño al que despreciar.

domingo, 22 de febrero de 2015

España, 1936?

Hemos llegado a un momento de gran fanatismo político. Da miedo pensar que la única alternativa a esa derecha que se dice en posesión de la razón pero que solo siembra el miedo sea una izquierda populista que, mientras proclama sus deseos de regeneración democrática, ha ido cayendo en los mismos errores que venía denunciando.

De un lado, dicen que necesitamos estabilidad. Estabilidad no hay mayor que la de la tumba, la del inmovilismo. ¿Nos venden siquiera eso? ¡No! Nos venden una "estabilidad" que está tan llena de reformas drásticas como la de sus enemigos: reformas que limitan la libertad para pensar y opinar mientras amplían la libertad para explotar al hombre y a la naturaleza. Son liberales como aquel que retrató Clarín en «La Regenta».

De otro lado, ofrecen cambio: un cambio arriesgado y temible; pero a la vez mantienen las raíces en la tierra podrida de este país.

A este lado de la raya, un régimen apoyado por Alemania y las agencias de calificación. Al otro, Venezuela y el bolivarismo.

¿Y en medio? En medio, el desierto. Leer «la Razón» es como leer el «Hola». pero leer el país es leer el periódico de ayer. El PSOE se ha retratado con el caso griego y con la ley antiterrorista, una ley de la cobardía y la vergüenza. Es fácil condenar a los terroristas cuando ya no son los de aquí, o cuando los de aquí ya hace tiempo que están convenientemente enjaulados y han dejado de darnos miedo. Es fácil también hacer la vista gorda cuando se indulta a otros asesinos que, al fin y al cabo, son gente respetable. No son de los nuestros: si lo fueran, nos habríamos manifestado ante sus prisiones. UPyD, el otro partido que se dice de centro, y al que en su día apoyé, es una inexplicable mezcla de fanatismo y racionalismo. Por lo menos, tiene cierta valentía.

Tratando de llevarse las migajas de esta ruptura de la vida cívica, de esta crisis de las democracias parecida a la que entre 1917 y 1939 sacudió el mundo, hay partidos que dicen estar a la derecha del PP (es decir, que pretenden no traicionar al pequeño empresario o al pequeñoburgués democristiano), como VOX; también ha nacido una coalición de partidos de izquierda que, sin embargo, ha cometido el error de permitir que en su seno se integre el cáncer de Izquierda Unida, un partido que ha demostrado sus corruptelas internas y su falta de previsión económica en diversos escándalos de los últimos años.

Así las cosas, solo veo dos soluciones, a cada cual peor: la guerra civil o la tercera guerra mundial. Gracias a la proverbial cobardía europea y a la inusual prudencia norteamericana, la segunda está lejos: al menos, no he oído que se haya enviado una flota a bloquear el Bósforo y proteger las aguas turcas y griegas ante la crisis de Ucrania. La primera, sin embargo, está cada día más cerca.

Una solución intermedia sería declarar al país colonia alemana o británica, y muerto el perro se acabó la rabia. La segunda opción parece más factible: no requiere sino ampliar las fronteras gibraltareñas. Pero, al igual que le pasó a Estados Unidos con Cuba en 1898, a España no la quiere nadie ni de colonia.

domingo, 8 de febrero de 2015

Profesión de fe, o manifiesto religioso

Desde las raíces católicas en que he crecido, desde la realidad prosaica cotidiana y desde la incredulidad positivista:

Creo firmemente que todo el mundo tiene derecho a mantener la esperanza de una vida espiritual y un mundo ultraterreno,

Así como a ser escéptico y negar tanto la inmortalidad como los aspectos sobrenaturales de la existencia.

Creo asimismo que la existencia de la divinidad no es falsable, y que como cuestión de fe está más allá de toda necesidad, posibilidad o conveniencia de demostración científica.

Defiendo que la única religión que debe ser atacada es la del fanático que ataca a los demás, la del descreído que invocando a Dios a cada momento defiende el paraíso y el infierno en este mundo y justifica su propia salvación y la condena de su prójimo.

Defiendo que el único ateísmo que debe ser atacado es el del fanático que ataca a los demás, el del profeta que (defendiendo la ley de la jungla) condena a los corderos y justifica a los leones.

Sostengo que conozco los horrores que en nombre de la rectitud han causado mis creencias. Y que no se compensan con los horrores que han causado las creencias ajenas: ningún horror se compensa con otro.

Sostengo que conozco también los genocidios que en nombre de la razón ha causado mi falta de fe. Y que los genocidios causados por supersticiones irracionales, aun siendo horribles, tampoco justifican los anteriores.

Proclamo que al proclamar que los hombres son hermanos, el dios judeocristiano no estaba hablando solo de algunos de los seres humanos, ni se refería a un sexo en concreto.

Proclamo que al proclamar que fueron creados iguales, la constitución liberal debería haber previsto algún mecanismo para buscar tal igualdad primigenia.

Por fin, manifiesto mi falta de conformidad con aquellos que condenan la moral de esclavos, pues los esclavos, mientras son devorados por los leones, saben que la causa justa es la suya.

Y manifiesto también mi falta de conformidad con aquellos quee defienden la supremacía, pues la civilización se ha construido con leyes, y el objeto de las leyes debe ser acabar con la tiranía de quienes no obedecen ley alguna.