martes, 21 de junio de 2005

DNI

—¿Cómo? ¿Que cierran a las siete?
—Eso acabo de leer ahí, en el cartel.
—No puede ser. En Internet pone que abren hasta las ocho. Pregúntale al guardia, a ver qué te dice.
Observo cómo el hombre situado detrás de mí —he podido verle furtivamente: pelo lacio, peinado con raya sobre la cara morena en la que destaca un bigotillo fino— se adelanta por mi derecha y se aproxima al guardia, situado varios metros más adelante y separado de nosotros por lo que parece una riada humana. Habla unos momentos con el vigilante y regresa a su posición.
—Cierran a las ocho. Lo del cartel es desde el lunes.
—Vaya susto me has dado. Oye, ¿has aprovechado para preguntarle lo de las fotos?
La mujer que tengo detrás, que viene de Majadahonda y se ha traído a sus niños, ha preguntado hace unos momentos a sus vecinos de cola —a quienes, incidentalmente, conoce de vista, de su antiguo barrio— trajo las fotografías que les hicieron a sus hijos para el anuario del colegio, pero no está segura de que valgan. El hombre del otro matrimonio —que también incluye sus niños— las miró y le dijo que no, que tenían que tener fondo blanco. En realidad, el fondo ha de ser claro y uniforme, pero sirve cualquier tonalidad. Eso lo sé yo, claro, pero a mí no me han preguntado, y más les vale no hacerlo, porque les pondría todavía más nerviosos.
Pero ahora presto oídos a los comentarios de otro grupo, delante de mí. Dos muchachas, que han llegado en coche —casi todo el mundo ha llegado en coche... ¿no saben que esto es el centro de Madrid? y, ¿no han votado ellos a un alcalde que ha prometido peatonalizar todo el centro?— Se quejan de todo: del calor, de la interminable cola, del aburrimiento...
—Esto es tercermundista. Tenernos aquí en una cola, al sol... Ya se podía tramitar por internet. No saben a qué hora nos atenderán... ¡Si te pilla trabajando, hay que pedir un día completo!
Me ahorro decirles que, si yo he venido a esta oficina, es porque prefería esperar cola a acudir, con cita previa, a cualquier otra, en la que no tendría que esperar tanto. ¿De qué se quejan?
Ayer pasé la tarde encerrado, con los ojos pegados al ordenador, introduciendo cifras y fórmulas... Hoy estoy tomando el solecito en Santa Engracia, disfrutando de la tarde, de las conversaciones de la cola y del espléndido aroma de los gases de escape de los vehículos. A esta hora, ayer estaba trabajando. Terminé a la una. Tener una hora para desperdiciar es todo un lujo que sólo unos pocos podemos permitirnos, y hay que disfrutarlo.

3 comentarios:

Gloria dijo...

No sé en tu dleegación-comisaria, pero en la mía te miran mal si sales feucho en la foto y te gritan y se indignan si te pones más farruco que ellos... definitivamente sacarse el DNI es un pollo (por no ponerlo en femenino)del cual huyo lo más posible. Aunque entiendo la pasión por esos minutos ganados al tiempo... a veces dan ganas de levantarse más pronto simplemente para pararse en el tren o delante del edificio al que tienes que ir... porque no fumo, que si no te diría que son minutos de echarse un piti.

José Moya dijo...

Un besazo a Grialita, a la que tampoco yo visito tanto a menudo como es debido (y otro, por supuesto, a edyas).

Respecto de lo que dice edryas... me tocó un funcionario relativamente amable, pero cualquier tentación de discutir la perdí cuando, ya dentro, escuché cómo se pegaban los guardias con uno que intentaba entrar antes de tiempo. Y es a mí me queda todavía un mes hasta el día en que necesitaré el carnet, pero otros estaban más desesperados que yo.

Anónimo dijo...

Es que la cola del DNI es lo más pintoresco que hay. No hay ninguna otra cola por donde tenga que pasar todo el mundo rico o pobre, tonto o listo.

"renovando son iguales
los que viven por sus manos
e los ricos"