viernes, 7 de enero de 2005

El Cultural, sobre Cervantes.

El Cultural, suplemento del diario El mundo, dedicó el miércoles pasado un monográfico sobre Cervantes. Tras leerme varios de los artículos de la parte literaria (me he saltado el artículo-encuesta y pocos más), me he quedado con la sensación de encontrar exactamente lo que esperaba.

En primer lugar, la interpretación de la novela de Cervantes es la romántica, la habitual glorificadora del «quijotismo», que a mí no acaba de satisfacerme. Sólo se sale de ella, en parte, García de Cortázar, quien afirma lo que Germán Gullón sólo sugiere: No es importante que Alonso Quijano sea un soñador, sino que deje de serlo. En efecto: Sancho y Sansón Carrasco también son soñadores (el primero sigue a su amo atraído por la promesa de una Ínsula; el segundo, se ve herido en su orgullo cuando don Quijote le vence en buena lid). Por ello, el mensaje cervantino de que los sueños son inútiles, de que es digno de elogio aquel que alcanza sus sueños pero también el que tiene el valor de reconocer el fracaso, me parece muy atractivo. No se oponen realismo e idealismo... o sí se oponen, pero de una manera distinta. Alonso Quijano no es, al menos al fin de sus días, «quijotista».

En segundo lugar, me ha llamado la atención que el catedrático de la Universidad Autónoma (a los otros no los ubico; soy de aquellos que leen los artículos científicos sin fijarse en quién es el padre de cada autor, y por tanto sólo sé en qué universidad enseñan quienes enseñaron en la mía) al que se le ha encargado el artículo sobre el Quijote sea un experto en poesía, y no uno de los al menos dos expertos en Cervantes con que cuenta dicha universidad. Pablo Jauralde me ha sorprendido también por el poco cuidado con que redacta su artículo, lleno de comas inútiles, siendo así que este profesor representaba para mí, como después el profesor Polo, la búsqueda inquisitorial de erratas: recuerdo su amonestación cuando le presenté un trabajo que no llevaba cursivas, sino subrayado. Incluía una nota advirtiendo que ello se debía a que mi impresora matricial (una Olivetti DM-100 con emulación Proprinter y Epson FX-80) no podía imprimir subrayados y tildes al mismo tiempo. Él me dijo: «Pues pon las tildes a mano». Señor Jauralde: ¿no se dio cuenta de que yo prefería guardar en mi ordenador una copia ortográficamente correcta del texto?
Volviendo a donde estaba, el artículo de mi exprofesor se centra en el ambiente cultural de la época y en problemas de edición, algo en lo que sí es especialista (pero hubiera preferido la prosa didáctica de Antonio Rey).
Y lo tercero que me llama la atención es que, criticando Jauralde en el artículo anterior la creencia en ediciones de 1504 (A. Rey nos solía decir que la frase de Lope «No hay poeta tan malo como Cervantes, ni nadie tan necio que alabe a Don Quijote», que aparece en una carta anterior a la edición de Juan de la Cuesta, se debe a lecturas de versiones manuscritas, y no de una primera edición impresa), se cite dicho «arquetipo» vallisoletano en la reseña de la edición de Booket, preparada por F. Rico. Por cierto que he buscado en el Archivo de Simancas a través de AER para tratar de verificar lo que dice F. Rico, pero no he encontrado en dicho archivo copias de las tasas que eran obligatorias en los libros de los siglos XVI y XVII (yo suponía que se reflejarían en alguna parte, y ese era un buen archivo para probar), así que no he llegado ninguna conclusión.

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1 comentario:

José Moya dijo...

No te preocupes si no has leído el Quijote. Todos tenemos grandes lagunas en nuestras lecturas. Y si al comenzar a leerlo te aburres, entonces es que hiciste bien en no leerlo.
Desde mi punto de vista, la trascendencia que le hemos dado los estudiosos al Quijote ha sido uno de los mayores obstáculos a la hora de conseguir que tenga aceptación real. Tómatelo como un libro humorístico.
Y no te preocupes por llamarme Molla... sé (lo dice en tu blog) que eres levantina, y por allí se estilan los Mollas más que los Moyas.