sábado, 22 de abril de 2017

Albert Sánchez-Piñol: La piel fría

Sánchez-Piñol, Albert: La piel fría, Barcelona, Edhasa, ISBN: 84-35-008-92-4 (ISBN13: 9788435008921); 283 páginas.
Descriptores:
Aventura. Fantasía.
Precio de lista:
17.79 Euros -- (según Agencia Española del ISBN; leído en una biblioteca).

Catalogando libros para la biblioteca de mi instituto, leí la contratapa de este y no pude resistirme a catar la primera página, a lo que siguió un impulso irresistible de devorar el libro entero. Se trata de una historia que comienza como un libro de aventuras exquisitamente escrito y se convierte después en una novela fantástica que reflexiona sobre el amor y el odio, como ya anuncian las primeras frases:

Nunca estamos infinitamente lejos de aquellos a quienes odiamos. Por la misma razón, pues, podríamos creer que nunca estaremos absolutamente cerca de aquellos a quienes odiamos.

Los primeros capítulos del libro están escritos con una prosa maravillosa, que no sé cuánto deberá al autor y cuánto a la traductora, Claudia Ortego Sanmartín (el libro está escrito en catalán, y el hecho de que no lo haya traducido el propio autor indica la preocupación de éste por conseguir la perfección en el resultado). Me admira especialmente la descripción, completamente minuciosa y completamente neutra, neorrealista casi, de la caseta del observador meteorológico donde el lector adivina que ha pasado algo horrible.

Por lo demás, si la influencia lovecraftiana que se nos anuncia en la contratapa se limita prácticamente a la presencia de cierto horror que no quiero desvelar, en cambio Stevenson y Conrad se hacen fuertemente presentes en el tema de la lucha entre la civilización y la barbarie, en la que el europeo descubre que no siempre lleva la razón. Esto, a pesar de la relativa ausencia de aventuras. Yo encuentro un cuarto autor con el que compararlo: se trata de Philip J. Farmer, aunque no puedo explicar el porqué sin reventar el argumento.

La construcción de la trama es muy cuidadosa, aunque flojea cerca del final (por ejemplo en las escenas de alcoholismo insuficientemente motivadas). Pero entonces se recupera maravillosamente en una conclusión que, a pesar de ser inevitable, el lector ya no espera, y que redondea completamente el libro, haciendo que en una segunda lectura nos demos cuenta de que todo estaba ya ahí, desde el principio.

Por eso es difícil asignar este libro a un género, ya que aunque mezcla aventura, terror y fantasía en realidad me recuerda más a esa ciencia ficción especulativa que no nos habla de otros mundos, sino de nosotros mismos. Como hacen siempre las grandes obras.