martes, 12 de abril de 2005

Otra cultura es posible...

El otro día mi televisor estaba encendido a esa hora absurda de los sábados en que se reemiten los programas del viernes, para que los niños y adolescentes que se acostaron antes de las 3, y los adultos que conservamos hábitos monacales, podamos ver la tele mientras los productores duermen la resaca.
Gracias a ello, escuché una inquietante frase del vocalista de Jarabe de Palo. No sería capaz de reproducirla literalmente, pero venía a decir algo así como "la piratería ha matado la música". Bien, Pau tiene razón, claro, pero razón a medias. Porque, que yo sepa, porque se copien sus discos no dejarán los nativos de Papúa de entonar cánticos en sus rituales, ni los sevillanos de cantar saetas a la Macarena (que, recordemos, no es sólo una canción). Hay dos formas de entender la palabra música: una, la música compuesta, escrita y ejecutada por profesionales (también llamados "músicos"); otra, la escrita, compuesta y ejecutada por cualquier tipo de persona. Decir que la piratería ha matado la música es como decir que la falta de estudiantes de filología matará la literatura.

El tema de la piratería está cada vez más de actualidad, porque se está discutiendo la posibilidad de extender el canon a las líneas ADSL, los discos duros y, según he leído, a las impresoras.
Aconsejaría a las empresas de gestión de derechos, como hice en cierta ocasión en un foro de internet (no recuerdo cuál), que extiendan su canon a más sectores. Si las impresoras pueden reproducir libros, no menos cierto es que, como sabe todo lector de El Árbol de la Ciencia, también pueden reproducirlos los bolígrafos. Propongo la extensión del canon, por tanto, a bolígrafos, rotuladores, lapiceros, papel... y, ¿por qué no? puertas de W.C., cutters, sprays, ladrillos. Que por ahí va gente de mal gusto escribiendo versos en las paredes de los edificios, y eso no puede ser. También la cera y la parafina, susceptibles de utilizarse para grabar cosas como esta. Incluso, si no parece excesivo, podría imponerse un canon sobre el aire, que, como todos sabemos, es susceptible de transmitir las ondas sonoras.

En cualquier caso, con o sin canon, la sociedad se está movilizando. Por un lado, leo en wallenstein acerca de un manifiesto por liberación de la cultura. Por otro lado, descubro un nuevo blog de sugerente título ("diario de una adicta al chocolate") que, además del manifiesto anterior, cita en un artículo un estudio sobre el impacto del fenómeno P2P sobre la distribución musical en Canadá.

Hay que tener en cuenta que el artículo sobre Canadá no es "anti-canon"; de hecho, defiende que el canon ha cubierto todas las pérdidas atribuibles al P2P. Pero señala que existen otra clase de pérdidas en la industria musical:
  • La gente dedica menos tiempo a escuchar música (encuestas en EEUU)

  • La música se vende en grandes superficies, que pueden exigir precios más bajos

  • Los lineales de música se han destinado al DVD, mercancía antes apenas vendida


La industria debería dejar de quejarse y darse cuenta de que hay muchos, muchos caminos. Por ejemplo, ¿han tratado de licenciar temas para su uso en videojuegos? ¿Están exigiendo su trozo de la tarta de los politonos móviles? ¿Se han volcado en conquistar el terreno dejado por las radios y la televisión y ganado por internet?

Cuando la industria cinematográfica amenazó caer a causa de la TV, los productores reaccionaron con espanto y antagonismo (de ahí el cinemascope), pero al final encontraron en el video una de sus principales fuentes de financiación. ¿Será capaz de reciclarse la industria musical, o nos quedaremos atados al gramófono?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El posicionamiento que ha tomado la industria musical es del todo incorrecto. No se puede tratar de mantenerse a través del freno de la evolución y con mano inquisitorial. Ni siquiera se molestan en plantear alternativas, sólo son un muro compacto sin neuronas. La pena es que los músicos defienden este posicionamiento sin tener base para ello pues hay varias investigaciones demuestran que sus ganancias provenienen de los conciertos y no de los discos, y curiosamente la piratería los hace más fácilmente famosos y llenan sus salas antes.
Por cierto que ninguno de ellos se plantea devolver el dinero al consumidor cuando tras comprar un CD, gracias a la publicidad de una canción, resulta ser un bodrio. Autoexigencia no, que hay que trabajar!. Saludos

José Moya dijo...

Precisamente llegué no hace mucho a la página de un miembro del grupo Meteosat, que comentaba lo mismo que tú dices.

Hay muchos grupos que dejan sus conciertos en sus páginas de internet, o en servidores centralizados como archive.org

Por cierto, que un día de estos debería hacer un artículo sobre esta institución, dedicada a preservar todo tipo de materiales en la consciencia de que, si hoy podemos leer dificultosamente los cilindros de cera, los discos de pizarra y las películas de celuloide, que al fin y al cabo no requieren una tecnología específica, será casi imposible en el futuro leer casettes, cintas VHS, diskettes, CD y DVD.