martes, 19 de abril de 2005

Enfadado. Aburrido. Agotado. Deprimido

Sigue Draculín, como me hizo notar DrQbikus. Pero, realmente, no estoy tan irritado como aburrido, tan aburrido como agotado, tan agotado como deprimido.

Ayer llegué del trabajo. No fue un día muy malo, pero tenía que corregir unos exámenes. En el cuarto que leí, una copia evidente de un texto que ya en otro examen me había parecido sospechoso. Brrr. Dejo de corregir.
Me echo la siesta. Una siesta monumental. Me levanto fatal, aprovecho el cansancio para realizar tareas que tienen menos que ver con el curro que con mi espíritu de colaboración con causas perdidas: reviso textos para La Sombra. Accidentalmente, veo mi móvil. Alguien me ha llamado. Es Jorge (sí, el que veis a la derecha). Quedo con él. Vuelvo a casa demasiado tarde para nada.

Martes: más de lo mismo. O casi. Menos horas, más estrés. Acabo con mi guardia de biblioteca, amenazando (pienso cumplirlo) con no dejar a L.E.C. volver a entrar en la biblioteca: la convierte en un bar. Los macarrillas de catorce años de 1º de la ESO vienen a darme la tabarra. Paso de ellos: quizá tengan razón, pero se ganaron ya todo mi desprecio con acciones pasadas. Soy rencoroso, como los elefantes (digno emblema del partido republicano).
Vuelvo a casa. Cansado. Cocino un poco para relajarme. Veo Con la muerte en los talones (DVD de El País) y Topkapi (Popular TV: algo bueno tenían que tener los obispos), en la que descubro secuencias que anticipan las de Tom Cruise en Misión Imposible. A última hora de la tarde compruebo que el ordenador está libre y procuro escribir la 2ª versión del examen de recuperación de 2º de la ESO, necesario porque hubo un 50% de inasistentes a la recuperación (a una de ellas la tengo ya muy calada). Evidentemente, he procurado hacerlo más difícil, porque hoy he explicado en clase, por enésima vez, algo que cae en ese examen: la voz pasiva (que, como el predicado nominal, he explicado en todas las evaluaciones y todavía no está tan claro). Por si acaso, preparo examen sobre esos dos aspectos, para ver si así, de una vez por todas, los alumnos dejan de fingir saber y saben.
Son las 23:20 en mi ordenador, y odio seguir levantado. Sí, Draculín es una buena elección.

1 comentario:

José Moya dijo...

No sé si durará mucho tiempo...