lunes, 7 de marzo de 2005

Afónico

Después de gritar durante dos horas a las hordas bárbaras de 3º B que exigían que les dijera las notas y que, a continuación, protestaban porque hubiera suspendido a todos los que no habían aprobado ninguno de los dos exámenes de lectura me he quedado bastante ronco. Así que, después de pasar, tras una hora de relax corrector, por un proceso similar (pero sólo durante una hora) en 3º D (cuyos alumnos, por cierto, aunque bastante asilvestrados, son más educados que los de mi tutoría), cuando he llegado (tras otra hora de alivio en la que ya no he sido capaz de corregir nada) a 2º D me he quedado sin voz.

He escrito en la pizarra las tareas que había que hacer, y, al rato. una lista de los alumnos que tenían que copiar 30 veces "no debo hablar en clase de lengua". 30 veces son pocas, sí, pero suficientes para que se acuerden de ello.

Comida. He ido a comer acompañado de sólo una persona, porque esta vez evaluaba a las dos y media uno de los terceros con cuyos profesores suelo ir a comer. Así que la conversación de la comida ha sido aburridísima: yo no podía dar conversación y no era cuestión de que la otra persona hablase sola. Vuelta. A la hora de la evaluación de mi grupo, ese 3º B, me era imposible decir mucho más que los nombres de los alumnos y "¿proponéis diversificación?" o "¿proponéis garantía?".

Tras otra evaluación, llego a casa. Llamo, por un lado, a un otorrino cercano a mi casa (zona ópera, yo vivo en zona atocha) que me confirma que no necesito pedir hora. Por otro, tras consultar con la familia, voy al médico de cabecera, por si me da una baja, aunque la verdad es que no me apetece que me de una baja, porque me quedan 2 exámenes de última hora por hacer y además he quedado con tres chavales que faltaron los días que se hicieron otros exámenes.

El médico, aunque sea de cabecera, consigue ver "placas purulentas en la faringe". Eso quiere decir que he ido a tiempo. La última vez que tuve afonía fui a otro médico de cabecera (entonces yo era interino de la CAM, y los interinos de la CAM pasamos de la seguridad social al sistema de salud "UPAM" de la CAM) que se limitó a echarme la bronca por ir a él en lugar de ir al otorrino, porque ya no tenía síntomas que él pudiese ver sin los aparatos de que dispone un especialista.
Recuerdo que el autobús de vuelta a mi casa no oyó el timbre de mi parada (o quizá lo pulsé pero no se iluminó el avisador) y la gente del autobús no se explicaba que no gritara para decírselo, hasta que se dieron cuenta de que hablaba bajo porque estaba afónico. Al final, mi jefa de entonces admitió que no le llevara parte de bajas para ese día en que había faltado.
También recuerdo que aquella vez aproveché mi inútil visita al médico para pedirle un volante para vacunación de la gripe, y leí en un cartel los lugares donde uno podía vacunarse. Esperé a estar bueno del resfriado (tengo la idea, quizá errónea, de que conviene estar alto de defensas antes de vacunarse de nada, por si acaso). Fui al primero de ellos, cercano a mi casa, un día lluvioso. Los guardias del edificio me dijeron que ellos no sabían nada, pero me enviaron a preguntar a unos administrativos más informados que me enviaron a un sanatorio al que a esas horas ya no me daba tiempo a llegar. Agarré otro bonito resfriado, y cuando se me pasó ya había terminado el plazo de vacunación. Eso sucedió en octubre-noviemre de 1999. No he vuelto a intentar vacunarme de la gripe, ni volví a ir al médico (exceptuando oftalmólogos y estomatólogos) hasta mi reciente paranoia cardiológica.

No sé, quizá sea porque hay muchos médicos en mi familia, pero he desarrollado cierta fobia a los médicos.

1 comentario:

José Moya dijo...

Gracias por tu comentario. Espero ponerme bien cuanto antes...